De lo técnico a lo humano: la evolución necesaria del trabajo
Durante décadas, la gestión del talento se concentró en lo técnico. Indicadores, hojas de vida, métricas de desempeño, y procesos diseñados para ser eficientes… pero no siempre justos.
Hoy, en pleno 2025, estamos presenciando una transformación profunda en el mercado laboral. No se trata solo de digitalización o inteligencia artificial. El cambio más relevante es este: estamos pasando de ver a las personas como recursos a reconocerlas como seres humanos con trayectorias, contextos, emociones y talentos diversos.
IA sí, pero al servicio de la humanidad
Las herramientas basadas en inteligencia artificial ya son parte del ecosistema de trabajo. Automatizan tareas repetitivas, optimizan procesos y permiten a los equipos centrarse en lo realmente estratégico.
En reclutamiento, por ejemplo, los ATS (Applicant Tracking Systems) filtran cientos de aplicaciones en segundos. Sin embargo, si no se usan con un enfoque ético y supervisado, pueden reforzar los mismos sesgos que intentamos erradicar.
La IA no debería servir para excluir con más rapidez.
Debería ayudarnos a humanizar el trabajo, liberando tiempo para lo que sí requiere criterio humano: el análisis contextual, el diálogo con los candidatos, la creación de espacios laborales empáticos y sostenibles.
Además, puede ser una aliada en la prevención del burnout, automatizando tareas operativas y permitiendo jornadas laborales más equilibradas.

El talento no tiene edad, género, origen ni etiqueta
La brecha de género persiste. Según el DANE, en Colombia las mujeres tienen una tasa de desempleo 5 puntos más alta que los hombres. A esto se suma la discriminación racial, la exclusión por identidad de género u orientación sexual, y los prejuicios hacia personas mayores de 45 años o con discapacidades.
Estos factores no solo son una injusticia social. También representan una pérdida de talento. Personas con capacidades, experiencia y habilidades reales quedan fuera del sistema por criterios que no tienen relación con su desempeño.
Por eso, más que buscar al “mejor candidato”, deberíamos preguntarnos: ¿mejor según quién? ¿Estamos midiendo lo que importa? ¿Estamos seleccionando por compatibilidad cultural, por compromiso, por capacidad de aprender?

El nuevo eje: habilidades y competencias
El futuro del trabajo ya no se define por cuántos títulos acumulas, sino por lo que sabes hacer y cómo lo haces. La comunicación, el pensamiento crítico, la resolución de problemas, la colaboración y la adaptabilidad son hoy las competencias más buscadas por empresas que entienden que el conocimiento técnico se aprende, pero la inteligencia emocional se construye con cultura.
Pasar de lo técnico a lo humano implica cambiar el foco: dejar de mirar solo lo que aparece en un currículum y comenzar a reconocer trayectorias diversas, habilidades transferibles y valores alineados con la misión de cada organización.

¿Y ahora qué?
Invitamos a los líderes, reclutadores y equipos de talento a replantear su rol: ¿estamos evaluando con empatía? ¿estamos creando oportunidades reales? ¿estamos diseñando trabajo con dignidad?
Porque el futuro del trabajo no será solo digital. Será humano, o no será.